Acostúmbrate a ganar

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Mi padre decía que lo importante al caerse del caballo es subirse de nuevo lo más pronto posible. La justificación de su argumento se relacionaba con el temor que le provocaba permitir que su cerebro creara barreras que limitaran su desempeño y siempre procuró que yo aprendiera bien esa lección; aunque nunca me dijo explícitamente – acostúmbrate a ganar – yo así lo entendí.

Seguramente ya habías escuchado esa lección, pero como buen ajedrecista, deberías poner la vista en los siguientes movimientos; debes evitar construir creencias restrictivas y acostumbrarte a ganar. 

Hasta aquí suena lógico e incluso pensarás que debería ser algo natural, pero ganar resulta absolutamente opuesto a tu instinto, al contrario, acostumbrarte a rendirte es sumamente fácil; cuando fracasas en una actividad tu cerebro se asume incompetente y escribe la regla: tú no puedes hacerlo. Eso responde a nuestro instinto más primitivo, el de supervivencia, ese que le dijo a nuestros antepasados que el fuego quema y por lo tanto, no deberían de tocarlo, usarlo o explorarlo. Pero la supervivencia tiene importantes detractores, que son: la curiosidad y el criterio; entonces, exploras el fuego.

Esa curiosidad y el criterio te ayudan a distinguir las cosas que debes evitar y las que debes volver a intentar. Pon atención en tus actos y podrás acostumbrarte a ganar. 

Evita los mensajes negativos o aprende a distinguirlos y separarlos. 

La cantidad de veces que la gente te hace saber que no vas a poder o que estás en peligro son demasiadas, incluso puede ser que no lo noten (y eso es lo malo del asunto), déjame darte un ejemplo: Cuando dices – Ya voy para allá -, y te responden – Con cuidado -, de forma implícita te están avisando que estás en riesgo, porque después de todo, de algo debes cuidarte ¿no?. Ni te cuento la cantidad de temores que trasladamos los padres de forma inconsciente. 

Entonces, acostúmbrate a ganar. 

Tu puedes seleccionar los mensajes que recibes y la manera en que los procesas, descartar los que no quieras y conservar o potenciar los que te parezcan más positivos. También puedes hablarte, desearte éxito, convencerte de qué lo lograrás, recordarte que el éxito corre por tus venas y que tienes todo para lograrlo. 

La educación a veces juega en contra, ¡vaya que juega en tu contra!. Porque te dijeron que es de mala educación interrumpir a alguien y entonces, permites que en una conversación te demeriten, te tiren en cara errores pasados o te hagan sentir mal con tal de no interrumpir. Rompe con la gente tóxica, no permitas que te hagan menos, incluso si esa persona está en tu círculo de confianza. Solamente tú sabes cuánto has luchado por ser la persona que hoy eres o lo que has debido sacrificar para lograr el éxito. Y sí, eso que tienes se llama éxito, tal vez debas dedicarte el tiempo para reconocerlo y aplaudirlo. 

Bueno, antes te comenté que como buen ajedrecista deberías de poner tu vista en los siguientes movimientos, también te dije que solo tu conoces el sacrificio que debes hacer; pues así es, la fortuna llegará en cada aspecto de tu vida (personal o profesional) cuando planees y ejecutes tus jugadas apropiadamente, pero tienes que hacerlo, montarte en el reto, incomodarte y deleitarte con el éxito al ganar algunas batallas, porque tal vez al principio no las ganes todas, al menos no de la manera que tu quieres; pero al ejecutar tus planes con claridad y tenacidad, no importará el resultado, habrás ganado. Cuando menos lo esperes te habrás acostumbrado a ganar.

Convierte tus pensamientos cada día, acostúmbrate a ganar, esos pensamientos aislados se convertirán en creencias restrictivas y cuando te hayas convencido, habrás de ganar en cada situación. Pero todo comienza con un paso a la vez. 

Y ahora que sabes que puedes ganarlas todas, me despido con una advertencia de Oscar Wilde: Cuando los Dioses quieren castigarte, atienden tus plegarias. 

ABOUT THE AUTHOR: Miguel Navarro Gama

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