Categoría: Literatura

  • El avión que no quería

    El avión que no quería

    Tiempo de lectura: 5 minutos
    Ensayo para Letras Libres

    Cuando despertó, descubrió que había ganado el avión presidencial y no pudo evitar sentir una punzada en la boca del estómago al pensar en los titulares de los periódicos cuando aquella noticia se hiciera pública: “el hombre más rico de México se ganó el avión presidencial”. Se incorporó con un movimiento torpe y tomó su teléfono – Laura, escúchame, ahora si metieron la pata, despide al equipo de medios ahora mismo – y sin dar más explicación, terminó la llamada. – Cómo permití que me hicieran comprar un boleto para tomar una foto con el Presidente, seguramente mucha gente se ha percatado de lo que ha sucedido y es cuestión de tiempo para que comiencen a señalarme como un tramposo – pensó, mientras tomaba un café a toda velocidad.

    Debía enfrentar el escarnio cuanto antes y utilizar todos sus recursos para mitigar los daños a su reputación y a su fortuna, así que Miguel tomó un gran respiro, se duchó y afeitó con desidia y se vistió con un traje que le pareció semejante al que utilizan los pilotos, aunque más bien parecía un marinero de antaño. Tomó su teléfono y comenzó a hacer llamadas disparando instrucciones muy precisas; debía controlar la situación cuanto antes y para eso activó su fábrica de bots, publicando secretos de famosos y políticos que había recopilado en el último año más otras tantas historias inventadas por su equipo creativo. Apenas una hora más tarde las redes sociales se habían convertido en un repugnante hervidero de morbo y destrucción; sin embargo, aquello no impidió que varios periodistas notaran que el número de boleto ganador era el mismo que Miguel sostenía en la fotografía que un día antes se había tomado abrazando al responsable de subastar un avión de 150 millones de dólares.

    Para cuando el reloj marcó las 11 de la mañana, el mundo se había enterado de lo sucedido y las pancartas comenzaron a rondar el Paseo de la Reforma acusando de corruptos y traidores a todos los involucrados y exigiendo a Miguel donar el premio que había ganado al pueblo de México, incluso lanzaron una consulta popular para decidir lo que harían con el avión presidencial; la opción más votada era estacionarlo en el Bosque de Chapultepec para convertirlo en un bar temático, también era popular la opción de convertirlo en un spa para perros y unos cuantos lo reclamaron para hacer un museo en honor al Cruz Azul.

    Como siempre el mal humor duró un par de días, después todos lo olvidaron.

    Cuando logró superar la catástrofe, Miguel se sintió intrigado y se dirigió al hangar en donde abordaría por primera vez su modesto avión de 500 pesos; pudo ver desde lejos el majestuoso fuselaje de aquella ave de acero. Se detuvo al pie de la escalera y observó ávido su nuevo juguete, con pasos firmes abordó y recorrió los pasillos hasta que por fin encontró la oficina principal; de su bolsillo sacó un puro cubano de los que fuman los líderes políticos, botó sus zapatos y se sentó en la silla presidencial, entonces encendió su habano y subió los pies en el escritorio sintiendo como si una vibra de poder recorriera su cuerpo; se sintió invencible. Observó a su alrededor e imaginó por un instante todos los cambios que haría en esa oficina, comenzando por retirar el horrible talismán de hilo rojo que colgaba frente a el rompiendo la conservadora decoración de la oficina, aquella artesanía parecía un atrapa sueños, pero muy mal hecho. Interrumpió su visión para tirar el talismán al bote de basura, ese sería el primer cambio que haría… y el último.

    Regresó a su oficina y por la tarde no hizo más que recibir malas noticias, las acciones de su empresa habían bajado, su mano derecha renunció, perdió la demanda con el sindicato y por si fuera poco, perdió la llave del avión y no le habían entregado el duplicado. 

    La mala suerte persiguió a Miguel por algunas semanas, desde vidrios rotos, hasta reuniones canceladas y litros de leche cortada. Comenzó a sospechar lo peor cuando recibió la carta de la Tesorería que exigía el pago del impuesto por la tenencia de su nuevo avión por la módica cantidad de 6 millones de dólares.

    Investigar lo que sucedía se convirtió en su prioridad, así que comenzó a sostener reuniones con cada uno de los miembros de la tripulación, un par de historias coincidieron y llamaron su atención. Fue en un viaje a la Selva Lacandona, cuando un viejo aparentemente deschavetado logró abordar el avión profiriendo maldiciones; según el, habían sido visitados por el Chaneque de la región, que se suponía era uno particularmente malvado. Y nadie, créame, nadie, quiere tener cerca a esa criatura. Nadie abandonó el avión y despegaron con destino a la Capital, a donde llegaron de milagro, porque en el trayecto perdieron el sistema eléctrico, un neumático y hasta una turbina. Pese a todas las señales siguieron escépticos, pero cosas malas continuaban ocurriendo, así que buscaron al mejor Chamán y guardaron el avión en un hangar bajo llave. Los medios comenzaron a cuestionar por qué nadie utilizaba un avión tan costoso y el Gobierno argumentó que se debía a sus altísimos costos de operación; el argumento carecía de sentido, pero en realidad a nadie le interesaba mucho el tema. 

    Cuando el Chamán llegó observó las pequeñas huellas y confirmó que el Chaneque había tomado posesión de la nave, por lo que pidió a la tripulación abandonar el lugar hasta concluir las negociaciones con la criatura. Trece noches duró aquello. Cada una de esas noches el Chamán pidió que le llevaran dos cosas, una botella de mezcal casero de una finca cercana a Santa María del Tule y un carrete de hilo rojo. Para la catorceava noche, que coincidía con la luan llena, hubo silencio, así que enviaron al velador del hangar a investigar; cuando abordó la nave no pudo encontrar nada, ni a nadie, solamente una nota en la oficina principal y un amuleto rojo colgado. La nota decía: “una botella por noche, siempre del mismo, sin falta”. 

    No volvió la mala suerte, ni ocurrieron desgracias, pero dieron el avión por perdido para evitar volver a toparse con aquella criatura del inframundo. 

    Así que cuando Miguel retiró el amuleto, liberó al mismísimo Diablo, que además, llevaba muchas noches sin recibir su mezcalito y se sentía particularmente violento. A partir de ese día la vida del millonario se convirtió en un infierno, perdió casi toda su fortuna, a su familia y su buena salud. Consiguió a un Chamán que reconstruyó el amuleto conforme a sus especificaciones exactas y consiguió muchas botellas del mezcal indicado, pero no fue suficiente, la mala fortuna continúo maltratándolo. Ni siquiera podía tomar una cucharada de sopa sin derramarla, era como si lo empujaran en cada intento. 

    Abatido por el cansancio y la desolación, Miguel viajó al corazón de la Selva Lacandona, en donde fue atacado por animales e insectos salvajes; aprendió a sobrevivir consumiendo los recursos que le ofrecía la tierra y tiempo más tarde conoció a Tonalli, un joven que clamaba saber del espíritu de la selva y de sus habitantes. Tonalli pasó los siguientes días fabricando un collar con piedras que parecían de río y cuando terminó se lo obsequió a Miguel, quien sin dudar lo colocó en su cuello. 

    Esa noche durmió plácidamente bajó la luz de una hermosa luna llena, se sintió en paz.

    Al día siguiente lo despertó el sonido de su teléfono, cosa extraña porque había dejado de usarlo meses atrás. Abrió lentamente los ojos y se encontró en su enorme habitación y utilizando una pijama hecha de la seda más fina, no entendía nada; se cuestionó si todo lo que había vivido había sido un sueño demasiado real. Así que se incorporó y respondió la llamada, en la línea una voz decía: buenos días señor, recuerde que lo llevaremos a comprar el boleto para la rifa del avión y tomarán su fotografía con el Presidente. El millonario colgó el teléfono, se arregló como cualquier otro día, salió de casa y por la tarde se dirigió a comprar el boleto de la lotería…

  • Acostúmbrate a ganar

    Acostúmbrate a ganar

    Tiempo de lectura: 4 minutos.


    Mi padre decía que lo importante al caerse del caballo es subirse de nuevo lo más pronto posible. La justificación de su argumento se relacionaba con el temor que le provocaba permitir que su cerebro creara barreras que limitaran su desempeño y siempre procuró que yo aprendiera bien esa lección; aunque nunca me dijo explícitamente – acostúmbrate a ganar – yo así lo entendí.

    Seguramente ya habías escuchado esa lección, pero como buen ajedrecista, deberías poner la vista en los siguientes movimientos; debes evitar construir creencias restrictivas y acostumbrarte a ganar. 

    Hasta aquí suena lógico e incluso pensarás que debería ser algo natural, pero ganar resulta absolutamente opuesto a tu instinto, al contrario, acostumbrarte a rendirte es sumamente fácil; cuando fracasas en una actividad tu cerebro se asume incompetente y escribe la regla: tú no puedes hacerlo. Eso responde a nuestro instinto más primitivo, el de supervivencia, ese que le dijo a nuestros antepasados que el fuego quema y por lo tanto, no deberían de tocarlo, usarlo o explorarlo. Pero la supervivencia tiene importantes detractores, que son: la curiosidad y el criterio; entonces, exploras el fuego.

    Esa curiosidad y el criterio te ayudan a distinguir las cosas que debes evitar y las que debes volver a intentar. Pon atención en tus actos y podrás acostumbrarte a ganar. 

    Evita los mensajes negativos o aprende a distinguirlos y separarlos. 

    La cantidad de veces que la gente te hace saber que no vas a poder o que estás en peligro son demasiadas, incluso puede ser que no lo noten (y eso es lo malo del asunto), déjame darte un ejemplo: Cuando dices – Ya voy para allá -, y te responden – Con cuidado -, de forma implícita te están avisando que estás en riesgo, porque después de todo, de algo debes cuidarte ¿no?. Ni te cuento la cantidad de temores que trasladamos los padres de forma inconsciente. 

    Entonces, acostúmbrate a ganar. 

    Tu puedes seleccionar los mensajes que recibes y la manera en que los procesas, descartar los que no quieras y conservar o potenciar los que te parezcan más positivos. También puedes hablarte, desearte éxito, convencerte de qué lo lograrás, recordarte que el éxito corre por tus venas y que tienes todo para lograrlo. 

    La educación a veces juega en contra, ¡vaya que juega en tu contra!. Porque te dijeron que es de mala educación interrumpir a alguien y entonces, permites que en una conversación te demeriten, te tiren en cara errores pasados o te hagan sentir mal con tal de no interrumpir. Rompe con la gente tóxica, no permitas que te hagan menos, incluso si esa persona está en tu círculo de confianza. Solamente tú sabes cuánto has luchado por ser la persona que hoy eres o lo que has debido sacrificar para lograr el éxito. Y sí, eso que tienes se llama éxito, tal vez debas dedicarte el tiempo para reconocerlo y aplaudirlo. 

    Bueno, antes te comenté que como buen ajedrecista deberías de poner tu vista en los siguientes movimientos, también te dije que solo tu conoces el sacrificio que debes hacer; pues así es, la fortuna llegará en cada aspecto de tu vida (personal o profesional) cuando planees y ejecutes tus jugadas apropiadamente, pero tienes que hacerlo, montarte en el reto, incomodarte y deleitarte con el éxito al ganar algunas batallas, porque tal vez al principio no las ganes todas, al menos no de la manera que tu quieres; pero al ejecutar tus planes con claridad y tenacidad, no importará el resultado, habrás ganado. Cuando menos lo esperes te habrás acostumbrado a ganar.

    Convierte tus pensamientos cada día, acostúmbrate a ganar, esos pensamientos aislados se convertirán en creencias restrictivas y cuando te hayas convencido, habrás de ganar en cada situación. Pero todo comienza con un paso a la vez. 

    Y ahora que sabes que puedes ganarlas todas, me despido con una advertencia de Oscar Wilde: Cuando los Dioses quieren castigarte, atienden tus plegarias. 

  • En la mente de Eva

    En la mente de Eva

    Novela corta.
    Tiempo de lectura: 5 minutos.


    Paso la tarde contemplando los colores que se forman en la ventana, azul, naranja, turquesa, llega la obscuridad que transforma mi paisaje en un cielo estrellado y es momento de estirar la mano para envolverme en la frazada. Mi mente está apagada y reacciona cuando mis dedos se queman con el cigarro que se consume. El dolor me obliga a dejar caer la colilla y por un segundo me importa ensuciar o que algo pueda incendiarse, pero la soledad que recorre mi cuerpo provoca escalofríos que me hacen olvidarme de todo, incluso de mi misma. Recuerdo tus dedos delgados y fríos, buscando mi mano en las noches en que la tristeza o la preocupación invadían tu corazón y miro sin ganas nuestra cama, revuelta, repleta de palabras dulces y malas decisiones.

    Fue ayer Mario, cuando nuestras miradas se cruzaron por primera vez, cuando nos fugamos de casa y convertimos la vida en una fiesta, fue ayer, cuando nos enteramos de Mariana y al poco tiempo de la China. ¿Te acuerdas cuándo vendimos el coche para pagar la renta?, y le dijimos a las niñas que rechinaba mucho y ya nos había fastidiado. Pero, ¿qué tal cuando terminamos de pagar la casa?, que alegría ¿no?, pensar que nuestra pequeña e improvisada familia por lo menos tendría un techo que parecía un palacio listo para recibir nuestras mayores alegrías, y así fue, excepto que hoy ese techo se siente más como prisión que como palacio.

    Al menos siempre me fuiste fiel Mario, pero por mil demonios, jamás entendí por qué nunca pudiste serte fiel a ti mismo ni perseguiste tus sueños; siempre le pediste a Mariana que se esmerara en lograr todo lo que se propusiera, y mírala, me da miedo su tesón, cuando a esa niña se le mete algo en la cabeza, no existe nada que la detenga, siempre se sale con la suya. En eso no se parece a ti, ni tantito, porque ni el durazno que plantaste sobrevivió, igual que tu se marchitó y se quedó olvidado, solamente sirvió como apoyo para el manzano. No es reclamo, sin duda hiciste cosas fantásticas por muchas personas, pero caray Mario, ¿qué hiciste para ti?. Odio estar aquí sentada sintiendo culpa y pensando que debí de haberte empujado del nido para que abrieras tus alas; simplemente no me correspondía. 

    Cuando compraste el boleto de la China para que se fuera a estudiar a Madrid me rompiste el corazón, jamás te lo dije, tus lagrimas de amor y odio ya eran demasiado como para además culparte por las mías; creo que esa fue la última noche que tus manos buscaron las mías, tu silencio en la cama se volvió mi única compañía. Sé que ese día tu corazón se rompió, jamás volviste a ser el mismo, pero no había manera de saber que ella no regresaría, que se enamoraría de una vida lejos de nosotros. En fin, la China siempre fue muy rara; pero su amor es honesto Mario. 

    Me queda la resaca de las noches sin sueño, la emoción de los planes que hicimos, las cuentas por pagarle a la vida y la esperanza de ver los colores de la tarde. Había dos cosas que me emocionaban mucho, no te había dicho, el turquesa de la tarde que me indicaba que ya era el momento de arreglarme para salir contigo a comernos el mundo, y nos lo comimos, porque te quería. Mi segundo gran momento comenzaba con el tono del primer rayo de sol cuando amanecía a tu lado. Todo tenía sentido, la lucha estaba ganada; eran las pequeñas victorias que me daban norte para seguir adelante.

    Que mala broma me jugaste la noche en que salimos con Nico, fue la borrachera de tu vida, te pasaste de listo, no sé que habría pasado si no hubieran llegado los paramédicos y de pasadita me aguanté las malas caras de tu madre por meses, jamás dejó de culparme por llevarte convertido en un trapo maloliente. Y todavía te aventaste la puntada, en tu borrachera, de decirme “dame un besito por si me muero”, y más bruta yo que te lo di.

    Hace unos días la China me empezó a fastidiar con lo mismo, que si Mariana es mi favorita, que si le aplaudo hasta cuando va al baño, que si la admiro de más. Sé que te vas a enojar, pero le dije que si, que Mariana es mi favorita, después colgué el teléfono. Pero tu y yo sabemos y jamás lo diré en voz alta, que Mariana siempre fue tu favorita, que para mi la China es y siempre será mi piedra preciosa, tan independiente, tan resistente a las caídas, y mira que ha tenido muchas caídas. Si tu o yo hubiéramos tenido la fuerza que tiene esa niña habríamos arrasado con todo. Pero a veces me preocupa que su coraje sea enojo y que su enojo le evite recordar que lo único que tiene por hacer en esta vida, es ser feliz. ¿Fuimos felices Mario?. 

    No entiendo si cuando me toque rendir cuentas y me pregunten en la puerta del cielo si fui feliz deba calcular el promedio de los días o pensar en si fueron más los buenos o los malos. Si al final del camino se me rompió el corazón, entonces, ¿todo lo demás no importa?, bueno, no se me rompió el corazón, tu me lo rompiste.

    Hablando de eso, no te diré te lo dije, pero podrías haber hecho más ejercicio o comer un poco mejor, porque me prometiste que estaríamos siempre juntos y eso fue una gran mentira, ¿de un infarto Mario?, ¿en serio?, a media noche, así sin despedirte, ¿en qué estabas pensando?. En todas las películas te lo mostraron, mira, se hace de día, al atardecer de preferencia, con el último rayo del sol y aprovechando tu último aliento, viéndome a los ojos, me dices que me amas, que vas a extrañarme y que todo estará bien; entonces te vas y todos tranquilos. ¿Pero así Mario?, te fuiste a hurtadillas y sin despedirte. Me rompiste el corazón y te lo voy a reprochar siempre, porque me haces falta, porque la cama en silencio no tiene sentido si no estás para ignorarme, porque no es lo mismo que no quiera agarrar tu mano fría a que no pueda; porque me arruinaste mis dos momentos favoritos del día.

    Por favor no me preguntes por tu perro, parece que lo querías más que a mí, además me partiría el corazón contarte que Luca se fue justo detrás de ti. La luz de la tarde cambió sus tonos y el sabor del agua ahora es salado, no lo entiendo. Parece que fue ayer, y espero Mario, no sé que, pero espero, en nuestro viejo lugar favorito, decidiendo si soy o si fui feliz, y espero, no sé que, pero espero Mario.

  • Calaverita mexicana

    Calaverita mexicana

    Que la doña se vista de negro,
    hoy le toca cavar el agujero,
    aquí tengo tus promociones,
    son premiados estos cabrones.

    Repasa dos veces la lista,
    y a ninguno pierdas de vista,
    son canijos y escurridizos,
    el viernes seguro andan tizos.

    Date gusto esta noche mi flaca,
    que mi lista es un poco basta,
    trae rateros y peligrosos,
    también políticos y morbosos.

    Pero eso si, mi querida calaca,
    te tacharán de furris y naca,
    no hagas caso y date prisa,
    que mi nombre está en la lista.

    Texto: Miguel Navarro Gama
    Arte: Sarah Richter Art
  • La estrella que inventamos

    La estrella que inventamos

    Te equivocaste al insistir en que no fuera un soñador, porque hoy soñar es mi manera de estar contigo.

    Que bueno que no te hice caso,
    E insistí en mirar al firmamento,
    En escribir historias sin rumbo,
    En diseñar mundos imaginarios,
    En admirar el cielo nocturno.

    Aprendí a encontrarte en la estrella más frágil del universo, la que se prende y se apaga constante, existiendo en el lugar perfecto.

    Siempre supe que estabas equivocado,
    ¡Y que bueno!.

    Porque de no haber inventado nuestro nuevo mundo, imaginario, habría perdido mi historia contigo, habría perdido el momento perfecto.

    Y no viviríamos nuevas aventuras,
    Cada noche sin sueño que paso contigo,
    Existiendo en el lugar perfecto.

  • Vida de perro

    Vida de perro

    Usted pensará que estoy distraído, con la cabeza en la luna dirá, pero déjeme contarle un secreto, desde pequeño he tenido el hábito de observar detalladamente a la gente, tal vez parezca algo morboso, pero en realidad es porque soy un poco lento y me cuesta demasiado trabajo comprender el mundo, entonces, tengo que observarlo con mayor detalle de lo normal. He decidido, para facilitar mi comprensión, ahondar un poco más en la historia de las personas y relacionarla con uno de los temas de mayor interés para la humanidad actual, que es, el estudio de las características de los perros.

    Existen estudios inmensos que explican las características de cada raza y que nos ayudan a tomar una decisión bien informada al momento de adquirir un perro. Imagine entonces cómo sería la vida si existieran los mismos estudios para que, antes de tener un hijo o una nueva pareja, pudiera conocer sus características; sería maravilloso.

    Me refiero a que, unas pocas letras pueden construir un puente que conecte nuestras ideas entre temas fundamentalmente distintos, creando una realidad alterada y a su vez más completa. Le presento una muestra, así como los autos tienen una determinada cantidad de caballos de fuerza, nuestros cerebros tienen una determinada cantidad de habilidades que nos hacen inmensamente diferente; lo que sucede es que no lo mencionamos, porque, seamos honestos, a quién le gustaría saber que la persona de enfrente es dos veces más inteligente que uno, ¿no cree?

    Ahora que sabe que soy un poco lento y que mi cerebro dividió a la humanidad en razas, comenzaré por hacer un autoanálisis. Crecí en un hogar en donde siempre hubo Terriers, incluso llegamos a compartirlo con catorce Scotish Terrier durante algunos meses; actualmente vivo con un Yorkshire Terrier, y bien podría decirse que mi actitud es muy similar a la de la raza. Para empezar, todo el tiempo estoy temblando (y jamás culparé al bendito café por eso), también soy bastante nervioso y tengo el mal hábito de ladrar como si fuera un Mastín a pesar de ser de raza pequeña. Me gusta mucho abrazar a la gente, pero jamás que alguien me abrace, es decir, cuando hablamos de afecto o contacto físico, es lo que yo quiera y cuando yo quiera. No me gusta que un desconocido entre a mi hogar y me molesta el sonido del timbre; pero cuando salgo a la calle me encanta ser el centro de atención. Finalmente, cuando escucho las llaves del coche, brinco tanto como mi perro cuando escucha su correa.

    Me casé con una Cocker, súper sociable, extrovertida, que ama jugar con los niños y claro, ella consigue todo lo que quiere aprovechando su mirada de no rompo un plato. Asimismo, descubrí que mi madre es una Basset, una cazadora que trabaja mejor cuando está sola y que al mismo tiempo es una gran compañía en el hogar, por supuesto compartió su infancia con un perro de esa raza. Sepa usted que mi hijo se está convirtiendo en un Terrier, que vibra incansablemente de gallo a grillo; por supuesto eso no es una sorpresa.

    Si mi teoría tiene algo de cierto, la primera pregunta en una entrevista de trabajo debería ser, ¿con qué perro pasó su infancia?, para posteriormente asignar a los Pitbull en puestos de seguridad, los Russell Terrier serían vendedores, los Labradores tendrían los puestos gerenciales y los Bóxer irían directo a recursos humanos.

    El presidente de la nación debería ser un Pastor Alemán y nunca un Pomerania o un Pekinés.

    La naturaleza ha sido sabia al colocar algunas manadas súper funcionales en posiciones claves para nuestra supervivencia, sin embargo, el nepotismo y la corrupción han creado a su vez manadas débiles, que provocan las zonas grises de nuestra sociedad, como servicios de transporte que no funcionan o empresas ineficientes de cabo a rabo que terminan bajando la cortina. Y hablando de rabo, ¿ha notado que mi teoría también se aplica en las familias?, sucede que a veces el olfato nos obliga a correr de una persona, pero elegimos quedarnos por conveniencia social, económica o mera y maldita necedad. Quienes cometen el error de ignorar a su instinto canino, terminan, en el mejor caso, esperando que su hija Bulldog tenga el tesón de un San Bernardo, pero otros con menos suerte pasarán la vida aullando y quejándose de las pulgas de su manada.

    Por eso insisto en estudiar la historia y determinar las similitudes entre cuadrúpedos y humanos. Imagino que a lo largo de los anales existen una infinidad de similitudes entre caninos, artistas, escritores, revolucionarios e inclusive los malos del cuento.

    Por ejemplo, Neruda, Sabina y un Basset Hound comparten esa mirada que provoca confiar en ellos; son razas que disfrutan de la soledad, pero también saben liderar la manada. Y aunque son amigos del mundo, destacan por tener un corazón terco.

    En el otro extremo, Napoleón, Mussolini y un Rottweiler, tres tipos elegantes que intimidan por su reputación y poseen carácter dominante; listos para derrotar a cualquiera que consideren su enemigo. Puedo asegurarle que no le gustaría encontrarse a solas en un callejón obscuro con ninguno de los tres anteriores.

    Probablemente en este punto, se estará preguntando a qué raza pertenece la persona que se encuentra justo delante de usted o ha comenzado un autoanálisis para determinar las similitudes entre usted y el perro de su infancia. Pero no quisiera ser tan cerrado, también hubo quien tuvo un canario, un gato, un ratón o un canguro; me encantaría comentarle más sobre la gente canguro, pero vamos, mi ensayo estudia a los caninos y no hay necesidad de desviar nuestros pensamientos.

    Concluyo mi ensayo invitándole a emitir unos fuertes aullidos al firmamento mientras reflexiona sobre las características de su raza. Verá que haciéndolo bien, sentirá un gran alivio, además, podría encontrar a su manada con un aullido que viaje de vuelta y cabe destacar que, el camino a la felicidad comienza cuando nos colocamos en el lugar al que realmente pertenecemos.

     

    Publicado en letrasenlafrontera.org
    Agosto 2017