Categoría: Novela corta

  • En la mente de Eva

    En la mente de Eva

    Novela corta.
    Tiempo de lectura: 5 minutos.


    Paso la tarde contemplando los colores que se forman en la ventana, azul, naranja, turquesa, llega la obscuridad que transforma mi paisaje en un cielo estrellado y es momento de estirar la mano para envolverme en la frazada. Mi mente está apagada y reacciona cuando mis dedos se queman con el cigarro que se consume. El dolor me obliga a dejar caer la colilla y por un segundo me importa ensuciar o que algo pueda incendiarse, pero la soledad que recorre mi cuerpo provoca escalofríos que me hacen olvidarme de todo, incluso de mi misma. Recuerdo tus dedos delgados y fríos, buscando mi mano en las noches en que la tristeza o la preocupación invadían tu corazón y miro sin ganas nuestra cama, revuelta, repleta de palabras dulces y malas decisiones.

    Fue ayer Mario, cuando nuestras miradas se cruzaron por primera vez, cuando nos fugamos de casa y convertimos la vida en una fiesta, fue ayer, cuando nos enteramos de Mariana y al poco tiempo de la China. ¿Te acuerdas cuándo vendimos el coche para pagar la renta?, y le dijimos a las niñas que rechinaba mucho y ya nos había fastidiado. Pero, ¿qué tal cuando terminamos de pagar la casa?, que alegría ¿no?, pensar que nuestra pequeña e improvisada familia por lo menos tendría un techo que parecía un palacio listo para recibir nuestras mayores alegrías, y así fue, excepto que hoy ese techo se siente más como prisión que como palacio.

    Al menos siempre me fuiste fiel Mario, pero por mil demonios, jamás entendí por qué nunca pudiste serte fiel a ti mismo ni perseguiste tus sueños; siempre le pediste a Mariana que se esmerara en lograr todo lo que se propusiera, y mírala, me da miedo su tesón, cuando a esa niña se le mete algo en la cabeza, no existe nada que la detenga, siempre se sale con la suya. En eso no se parece a ti, ni tantito, porque ni el durazno que plantaste sobrevivió, igual que tu se marchitó y se quedó olvidado, solamente sirvió como apoyo para el manzano. No es reclamo, sin duda hiciste cosas fantásticas por muchas personas, pero caray Mario, ¿qué hiciste para ti?. Odio estar aquí sentada sintiendo culpa y pensando que debí de haberte empujado del nido para que abrieras tus alas; simplemente no me correspondía. 

    Cuando compraste el boleto de la China para que se fuera a estudiar a Madrid me rompiste el corazón, jamás te lo dije, tus lagrimas de amor y odio ya eran demasiado como para además culparte por las mías; creo que esa fue la última noche que tus manos buscaron las mías, tu silencio en la cama se volvió mi única compañía. Sé que ese día tu corazón se rompió, jamás volviste a ser el mismo, pero no había manera de saber que ella no regresaría, que se enamoraría de una vida lejos de nosotros. En fin, la China siempre fue muy rara; pero su amor es honesto Mario. 

    Me queda la resaca de las noches sin sueño, la emoción de los planes que hicimos, las cuentas por pagarle a la vida y la esperanza de ver los colores de la tarde. Había dos cosas que me emocionaban mucho, no te había dicho, el turquesa de la tarde que me indicaba que ya era el momento de arreglarme para salir contigo a comernos el mundo, y nos lo comimos, porque te quería. Mi segundo gran momento comenzaba con el tono del primer rayo de sol cuando amanecía a tu lado. Todo tenía sentido, la lucha estaba ganada; eran las pequeñas victorias que me daban norte para seguir adelante.

    Que mala broma me jugaste la noche en que salimos con Nico, fue la borrachera de tu vida, te pasaste de listo, no sé que habría pasado si no hubieran llegado los paramédicos y de pasadita me aguanté las malas caras de tu madre por meses, jamás dejó de culparme por llevarte convertido en un trapo maloliente. Y todavía te aventaste la puntada, en tu borrachera, de decirme “dame un besito por si me muero”, y más bruta yo que te lo di.

    Hace unos días la China me empezó a fastidiar con lo mismo, que si Mariana es mi favorita, que si le aplaudo hasta cuando va al baño, que si la admiro de más. Sé que te vas a enojar, pero le dije que si, que Mariana es mi favorita, después colgué el teléfono. Pero tu y yo sabemos y jamás lo diré en voz alta, que Mariana siempre fue tu favorita, que para mi la China es y siempre será mi piedra preciosa, tan independiente, tan resistente a las caídas, y mira que ha tenido muchas caídas. Si tu o yo hubiéramos tenido la fuerza que tiene esa niña habríamos arrasado con todo. Pero a veces me preocupa que su coraje sea enojo y que su enojo le evite recordar que lo único que tiene por hacer en esta vida, es ser feliz. ¿Fuimos felices Mario?. 

    No entiendo si cuando me toque rendir cuentas y me pregunten en la puerta del cielo si fui feliz deba calcular el promedio de los días o pensar en si fueron más los buenos o los malos. Si al final del camino se me rompió el corazón, entonces, ¿todo lo demás no importa?, bueno, no se me rompió el corazón, tu me lo rompiste.

    Hablando de eso, no te diré te lo dije, pero podrías haber hecho más ejercicio o comer un poco mejor, porque me prometiste que estaríamos siempre juntos y eso fue una gran mentira, ¿de un infarto Mario?, ¿en serio?, a media noche, así sin despedirte, ¿en qué estabas pensando?. En todas las películas te lo mostraron, mira, se hace de día, al atardecer de preferencia, con el último rayo del sol y aprovechando tu último aliento, viéndome a los ojos, me dices que me amas, que vas a extrañarme y que todo estará bien; entonces te vas y todos tranquilos. ¿Pero así Mario?, te fuiste a hurtadillas y sin despedirte. Me rompiste el corazón y te lo voy a reprochar siempre, porque me haces falta, porque la cama en silencio no tiene sentido si no estás para ignorarme, porque no es lo mismo que no quiera agarrar tu mano fría a que no pueda; porque me arruinaste mis dos momentos favoritos del día.

    Por favor no me preguntes por tu perro, parece que lo querías más que a mí, además me partiría el corazón contarte que Luca se fue justo detrás de ti. La luz de la tarde cambió sus tonos y el sabor del agua ahora es salado, no lo entiendo. Parece que fue ayer, y espero Mario, no sé que, pero espero, en nuestro viejo lugar favorito, decidiendo si soy o si fui feliz, y espero, no sé que, pero espero Mario.